¿Las emociones en la Historia?

Desde fines del siglo XX, el llamado giro afectivo ha incidido en las ciencias sociales y, dentro de ellas, en la historia. En particular, en autoras que, como Natalie Zemon-Davies o Joan Scott, inicialmente dentro de la Historia Sociocultural, y partiendo de la categoría de género, tomaron conciencia de la importancia de los elementos sentimentales en las manifestaciones concretas de aquel como significación cultural de la diferencia sexual. Esta óptica, como la más netamente psicohistórica de Carol y Peter Stearns o la de los regímenes emocionales de Williams Reddy, pretendía superar el desbordamiento lingüístico del Culturalismo, pues el entendimiento esencialmente irracionalista (y no sólo pre- o a-) de la emoción que poseen los teóricos citados deja atrás, teóricamente, los elementos abarcados por la noción de discurso foucaultiana.

Esta historia afectiva, aunque con precedentes como «La sensibilité et l´histoire», de Lucien Febvre (1941), no se desarrolló hasta décadas recientes debido, entre otros factores, a la asociación de lo emocional tanto con la feminidad –por el discurso doméstico moderno– como a los totalitarismos, esto por parte de los grandes paradigmas historiográficos del pleno siglo XX. El acierto de esta segunda vinculación, sin embargo, llevó al error de marginar la emocionalidad como objeto de estudio y como concepto analítico legítimos en la historia, pese a su vital importancia para una comprensión cabal de las acciones humanas, y, por ende, de los procesos históricos.

En consecuencia, y sin apartarnos de la senda más fundamental trazada en anteriores encuentros –tales como Las violencias en la Historia (2015), Teoría, metodología y casos de estudio (2016), La alimentación en la Historia (2017), Ciencia, técnica y tecnología en la Historia (2018), Diez años haciendo Historia (2019), Nuevas plataformas para hacer Historia (2021) y La educación en la Historia (2022)–, esta edición vindica la trascendencia de lo sentimental para el pensamiento y la explicación históricos. 

Así, esta convocatoria da cabida a todas aquellas propuestas de comunicación o de póster que aborden de Las emociones en la Historia desde alguna o varias de las dimensiones que admite su carácter poliédrico: como objeto de análisis en sí misma, en cuanto categoría heurística o en forma de relato de los afectados –esto último respecto a una de sus aplicaciones estelares en el estudio del trauma histórico–, por enunciar algunas de las posibilidades que, sugieren Begoña Barrera y María Sierra, ofrece su presencia en la disciplina histórica.

El Comité Organizador del XIII Congreso Internacional e Interdisciplinar de Jóvenes Historiadores Las emociones en la Historia, propone inicialmente una serie de mesas temáticas a las que el comunicante puede enviar sus propuestas de comunicaciones. Cada una de estas mesas está inspirada en la temática general del congreso. No obstante, serán susceptibles de valoración por parte de la organización, otras propuestas que, si bien podrían no encajar inicialmente en las mesas planteadas, sí sean pertinentes al tema general del congreso:

MESA 1. Trauma histórico, cultural y colectivo

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MESA 2. Arqueología y Prehistoria de las emociones

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MESA 3. Identidad y emociones

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MESA 4. Emociones y cultura audiovisual

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MESA 5. Pensamiento filosófico y emociones

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MESA 6. Género y emociones

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MESA 7. Emociones y Medios de comunicación

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MESA 8. Conflicto político y emociones

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MESA 9. La persuasión de las élites a través de las emociones

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